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Lo que tu trabajo te puede enseñar sobre tu relación de pareja

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Fot De Boda

Solemos pensar que el trabajo es donde se va a sufrir (por lo menos un poco) con tal de ganarse la vida. La casa y la pareja, en cambio, es un refugio seguro, lleno de amor y comprensión (por lo menos un poco).

Pero hay quien cree que el trabajo es mucho más fácil que el amor. Se llama Alain de Botton, es filósofo y se dedica a sacarnos de la rutina con frases como esta a través de vídeos de YouTube.

¿Por qué piensa que es más fácil el trabajo que las relaciones de pareja?

Principalmente porque en el trabajo nuestros jefes, compañeros y hasta nosotros mismos partimos de la idea de que somos mediocres. Que para conseguir que cumplamos con nuestro papel hay que formarnos y darnos tiempo para que acumulemos algo de experiencia. Que hay que evaluarnos de vez en cuando y que, a la hora de comunicarnos el resultado de la evaluación, hay que empezar por lo bueno y por cada comentario negativo hacer siete positivos. Todo esto para mantener un buen ambiente laboral, para que podamos rendir. A cambio esperan de nosotros que nos comportemos con profesionalidad. O sea, que sepamos controlar nuestra irritación y mal humor y que hablemos de las cosas que no nos gustan con tranquilidad, de manera civilizada, sin ofender a nadie.

Amrillo

En el amor, en cambio, nuestra pareja parte de la idea que somos excepcionales. Somos esa persona que les entiende sin palabras. A la que no hay que explicarle nada, ya lo sabe. Cuando después de varios meses o años de relación esta comunicación telepática empieza a fallar, en lugar de pasar a comunicarnos con palabras, estamos más inclinados a sospechar que el otro se niega a entendernos. Esta falta de comprensión nos hace pensar que quizás no sea nuestra media naranja, lo que nos asusta, especialmente si hay niños y una hipoteca de por medio.

Nos han hecho pensar que se nos debe querer por lo que somos. De hecho eso es lo maravilloso del amor: a pesar de todos los defectos que sabemos que tenemos, alguien nos encuentra irresistible. Que nos haga un comentario negativo es casi una traición y desde luego una señal de alarma: ¿lo que somos ya no vale? ¿Ya no nos quiere como antes?

Por algún motivo se da por supuesto que todos somos capaces de amar, siempre y cuando demos con la pareja apropiada. Decía Erich Fromm que esto es como dar por supuesto que todos somos grandes pintores, si no pintamos bien es porque no encontramos el modelo adecuado.

En el trabajo, afortunadamente, se entiende que no tenemos ni idea hasta que no se nos forme adecuadamente.

Alain de Botton acaba su vídeo diciendo que por muy difícil que sea dirigir una central nuclear, sigue siendo mucho más sencillo que intentar ser feliz al lado de otro ser humano, en una relación sexual, que dure muchos años. No hay nada más complicado en el mundo. Somos tan complejos, nuestras expectativas son tan altas, nuestra cultura romántica es tan pobre que poder salir de casa un lunes por la mañana para volver al trabajo puede ser un verdadero alivio.

Pensar que por defecto NO somos dignos del amor, NO sabemos amar y NO somos capaces de hacer feliz a otra persona con nuestra mera presencia asusta. Pero si reflexionamos un poco, la idea que no somos excepcionales y que nuestra pareja tampoco lo que es un alivio.

Padre Nino

La búsqueda del amor deja de ser una lotería en la que nada depende de nosotros. Es más como buscar trabajo. Conseguir una cita es como una entrevista, un primer paso. Empezar a vivir juntos es como firmar un contrato indefinido, un buen comienzo. Pero no nos servirá de nada si no estamos ahí todas las mañanas a la hora acordada, aseados y profesionales, dispuestos a equivocarnos, admitir nuestros errores, intentarlo otra vez, darlo todo para ganarnos el siguiente ascenso.

Fotos: Unsplash.com

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¿Por qué nos cuesta tanto decir “te quiero” si es gratis?

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Sexo Sem Compromisso 2011 F 001

Los mensajes en Twitter, los whatsapps, los comentarios de Facebook, las fotos de Instagram… todo, absolutamente todo, está lleno de corazones y de unas iniciales TQ vergonzosas. Sin embargo, cuando lo que ilumina nuestra cara ya no es el móvil y son los ojos de otra persona… ahí ya no. Cuidado. Estación de realidad en curva.

Hemos aprendido - de a saber dónde - que los “te quiero” solo se dicen cuando te estás muriendo de amor o cuando estás amando locamenti como si fueras una de Las Grecas. ¿Por qué no podemos decir “te quiero” con más facilidad y menos dramatismo? ¿Por qué tenemos que estar perdidamente enamorados para poder decirnos “te quiero”? ¿Por qué tenemos la sensación de tener que guardárnoslo hasta que la “cosa vaya a más”? Y lo más importante:

¿Por qué no podemos decir “te quiero” cuando queremos?

Podemos aguantarnos un “te quiero” en la punta de la lengua miles de años. Está comprobado. Bueno, no. Pero ya os lo podéis imaginar. ¿Cuántos te quieros os hubiese apetecido decir en un momento concreto pero los dejasteis en el banquillo esperando otra oportunidad? ¿Cuántos seguirán esperando? ¿Cuántos se habrán cansado de esperar? ¿Cuántos se habrán muerto del asco?

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Normalmente esta autocensura absurda no es tanto por nosotros mismos sino por la persona que tenemos enfrente. ¿Por qué nos callamos hasta asegurarnos de que la otra persona aceptará el “te quiero” sin asustarse, llevarse las manos a la cabeza o salir corriendo? El mundo se asusta (nos asustamos) cuando oímos “te quiero” y nos planteamos cosas. Movidas. Que si realmente la persona que lo dice nos quiere, si nos ama, si nos visualiza desnudos, si lo llevará pensando mucho tiempo, si quizás no lo ha pensado bien antes de decirlo, si esa amiga que nos lo dice será lesbiana y quiere tema o si ese chico se sacaría el corazón para dártelo y cómo puede ser posible si sólo nos conocemos siete meses, si… qué sé yo. Somos idiotas. Bastante.

Te quiero. No es más que eso. Te quiero ahora, te quiero por lo que acabamos de hacer, de vivir. Te quiero por sacarme de casa un deprimente domingo lluvioso, por traerme café sin preguntar, por hacerme viajar sin levantarme de la silla. Te quiero por eso o por nada. Qué más da. Te quiero ahora pero luego no sé. Te quiero por cosas que poco tienen que ver con Julia Roberts o las cajas de bombones de licor de San Valentín. ¿Es posible?

Embarazados

Me gustaría decirle “te quiero” a tantas personas y por tantas cosas… y no estoy enamorada. Solo las quiero. Que poco no es.

Este contexto de postureo, imposiciones, de tópicos, de esquemas, de protocolos no me deja decir “te quiero” a quien yo quiero y cuando yo quiero sin que haya una letra pequeña que nos diga que detrás hay algo más. Quiero más te quieros que se queden en el aire, que caduquen, que sean presente y no futuro. Pero sobre todo, quiero practicar con el ejemplo. No pensar tanto. ¿Qué más da si no es el momento o la persona? ¿Qué más da si mañana me arrepiento?

20 Anos No Importan

Vivimos tensos por el qué dirán y no por el qué diremos y así nos va.

Los te quiero no son una amenaza ni tampoco un trauma. No quiero que me correspondas ni siquiera me hace falta que respondas. Te quiero pero no me estoy muriendo de amor, tranquilo. Te quiero pero no necesito conocer a tus padres, relájate. Te quiero pero no echaría un polvo contigo ni harta de rebujito, lo siento.

Os quiero. Así. A lo loco.

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Las mejores cartas de amor de la historia: así hablan los hombres de las mujeres a las que aman

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En esta época del Tinder, el Whatsapp, Skype, Hangout, Snapchat y demás, tenemos bastante complicado recibir una carta de amor. Al menos, una de puño y letra. Una encuesta reciente, organizada por el diario británico Daily Mail, ha elegido las diez mejores cartas de amor de la historia. Nosotros hemos hecho nuestra propia selección, para morir de amor... y de envidia.

Cartas De Amor

Johnny Cash a su mujer, June

La absoluta ganadora. Como para no serlo. Johnny y June se casaron en 1968 y siguieron casados hasta la muerte de ella en 2003. Solo cuatro meses después, él también falleció. La carta que lo ha hecho merecedor del galardón es la felicitación de cumpleaños que le envió en 1994, el día del 65º cumpleaños de June.

Cash

Sir Winston Churchill a su mujer, Clementine

Aunque la historia habla de algunas infidelidades por parte de Clementine, lo cierto es que el matrimonio duró 56 años, hasta la muerte del político inglés en 1965. Treinta años antes, en 1935, él le escribía cartas como esta.

Churchill

John Keats a su vecina, Fanny Brawne

Ser uno de los mayores representantes del romanticismo inglés ayuda a escribir cartas de amor, sin duda. En esta carta que el poeta dirigió a su vecina, Fanny Brawne, en 1819, narra su angustia ante la simple idea de no verla.

Keats

Napoleón a Josefina

Aunque no es una historia con final feliz, y parece probado que Josefina no dedicaba las ausencias de su marido solo a esperar sus cartas, pocos ponen en duda el amor que el emperador de los franceses sentía por su esposa. Y como prueba, esta carta, enviada en 1796.

Napoleon

Richard Burton a Elizabeth Taylor

Hablando de historias que no tienen un final feliz... Una de las relaciones más tortuosas de la historia de Hollywood, no estuvo exenta de polémica y tormentos, pero tampoco de pasión.

Taylor Burton

Jean Paul Sartre a Simone de Beauvoir

Un amor diferente, en el que nunca separaron su ideología del sentimiento mutuo, en el que la pareja nunca fue solo cosa de dos, en el que compartieron escándalos y hasta amantes, pero un gran amor, al fin y al cabo.

Sartre Beauvoir

Honoré de Balzac a la condesa Eveline Hanska

Un amor por correspondencia, entre un escritor y una admiradora, parece un buen germen para cartas de amor apasionadas, como esta en la que el autor le declara incondicionalmente su amor.

Balzac

Mary Wollstonecraft a William Godwin

Un militante antimatrimonio y una feminista adelantada a su tiempo que vivieron un amor que venció todas las dificultades, incluso las autoimpuestas, y dio como fruto a una de las grandes escritoras románticas, Mary Shelley. Esta carta deja bien claro en qué momento de su relación fue escrita.

Marywoolstonecraft

Víctor Hugo a Adèle Foucher

Seguramente, la primera palabra que se nos venga a la cabeza al mencionar al escritor francés sea romántico. Lo demuestra en esta carta a Adèle Foucher, quien acabaría siendo su esposa, en 1822.

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Fotos | Cordon Press.

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27 cosas que te pido al enamorarme de ti

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Muchas veces, en una relación larga, echamos de menos la emoción de los primeros meses, de esa etapa que tanta gente dice que «es la más bonita». La vida, a veces, nos lleva por un camino que no es el que habíamos planeado y llegamos a un punto en que nos arrepentimos de no haber sabido conservar la magia que lo invadía todo al principio. Así que, hoy, vamos a pedirle unas cuantas cosas a la persona de la que nos estamos enamorando:

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1 Que, dentro de diez años, no hayas olvidado por qué te estás enamorando de mí hoy.

2 Que nunca me veas más guapa que un domingo por la mañana, en pijama, sin maquillar, y con el pelo recogido en un moño mal hecho.

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3 Que viajemos, conozcamos las ciudades más bonitas del mundo y, de vez en cuando, nos sintamos culpables por perder todo un día sin salir de la habitación del hotel.

4 Que, cuando la rutina nos engulla, no dejes de buscar un momento para escapar de ella. Aunque sea cinco minutos.

5 Que asumas que la rutina nos engullirá aunque no queramos.

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6 Que no hagamos nada porque toca. Que nos casemos si nos apetece. Que nos demos hijos si es lo que queremos. Solo nosotros.

7 Que, cuando descubras un local nuevo, estés deseando que vayamos juntos.

8 Que nunca me mientas. Siempre preferiré la peor verdad que la mejor mentira.

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9 Que no quieras cambiarme. Porque siempre seas consciente de que te enamoraste de quien soy ahora.

10 Que esa canción que los dos sabemos siga removiéndonos por dentro, pasen los años que pasen.

11 Que nunca nos vayamos a la cama enfadados. Y que, si lo hacemos, un roce de pies lo arregle todo.

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12 Que cualquier problema, por grave que nos parezca, se reduzca a la mitad cuando lo compartimos.

13 Que entiendas mis silencios, mis ausencias y mis momentos propios. Porque para quererte a ti necesito antes quererme a mí misma.

14 Que, si algún día dejas de quererme, no me retengas a tu lado por comodidad. Que sepas decir adiós.

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15 Que no conviertas «te quiero» en una fórmula de despedida telefónica. Que siempre lo digas sabiendo lo que significa.

16 Que nos recorramos medio mundo para ver ese concierto con el que siempre soñamos. Aunque sea una locura.

17 Que hacerme sonreír siga estando entre tus objetivos prioritarios de cada día.

Cosas Que Te Pido Al Enamorarme

18 Que nunca renuncies a un sueño por mí. Que no me pidas que renuncie yo a los míos.

19 Que asumas que discutiremos. Pero que nunca usemos las discusiones para echarnos en cara lo que no nos atrevemos a decir en frío.

20 Que no acabes odiando mis extravagancias. Que siempre te parezcan tan monas como ahora.

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21 Que no me quieras siempre como el primer día. Que dentro de muchos años te parezca insignificante lo que me querías hoy.

22 Que en un viaje a Londres, o a Nueva York, o a Tokio, planifiquemos dejarlo todo para irnos a vivir allí a la aventura. Aunque sepamos desde el principio que no lo vamos a hacer.

23 Que acabes queriendo a mis amigas, aunque invadan nuestra casa con sus locuras justo el día que tú querías descansar.

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24 Que dé igual el cansancio de la semana si el viernes lo que nos apetece es bailar.

25 Que un sábado noche en casa, viendo películas y comiendo palomitas, sea a veces la mejor cita posible.

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26 Que sepas, sin necesidad de que te lo diga, que todo lo que te pido también te lo estoy prometiendo.

27 Y que hagas tú también una lista con las 27 cosas que me pides a mí, por si algún día pierdo la perspectiva.

Fotos | Pixabay, Unsplash.

En Trendencias | Las mejores cartas de amor de la historia: así hablan los hombres de las mujeres a las que aman

¿Está acabando Tinder con tus posibilidades de encontrar el amor?

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Es indudable ya que Tinder está cada vez más presente en las vidas de los solteros y que ha pasado, en poco tiempo, de ser una opción algo excéntrica para conocer gente a convertirse en una de las principales vías para encontrar... ¿el amor?

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Tinder: ¿amor o sexo?

En los comienzos de Tinder, las cosas parecían estar mucho más claras. Casi todos los usuarios entendían la app como un recurso para obtener citas sin más compromiso que pasar un buen rato, en todos los sentidos, especialmente en el horizontal. Con la popularización de su uso, y la entrada de miles y miles de nuevos usuarios, llegó la diversificación. Seguía habiendo usuarios que buscaban solo sexo, pero llegaron los que buscaban amor o, incluso, simplemente amistad.

Tinder Amor

¿Es Tinder el lugar adecuado para encontrar el amor? Evidentemente, no hay respuestas universales. Habrá cientos de casos de éxito que desmentirían una negativa. Pero, analizándolo como concepto, nos deja muchas dudas. Y las dudas vienen precisamente del hecho de que es –o parece– demasiado fácil.

¿Nos da Tinder demasiadas opciones donde elegir?

La tecnología nos ha facilitado la vida en muchos sentidos. Cuando viajamos, conocemos de antemano casi cualquier detalle del hotel en el que nos alojaremos. Hemos leído comentarios, reviews y puntuaciones en una, dos o cuarenta webs. Cuando buscamos un restaurante para celebrar nuestro cumpleaños, corremos a TripAdvisor y es difícil que algo nos sorprenda para mal. ¿Y en el mundo de las citas?

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Pues en el mundo de las citas, seleccionamos a nuestro candidato ideal de entre una galería amplísima. Chateamos con él o ella durante el tiempo que consideramos oportuno antes de tener una cita o descartarlo definitivamente. Y, si finalmente decidimos conocerlo, esperamos que todo vaya sobre ruedas en esa primera cita. Al fin y al cabo, es el elegido de entre una gran variedad, ¿no? Todo tiene que ir perfecto.

«La emoción de buscar algo nuevo y mejor hace que nunca cerremos la búsqueda. El problema es que, si se racionaliza tanto el amor, acabamos por no encontrarlo». Francesc Núñez, sociólogo.

El cómico Aziz Ansari y el sociólogo Eric Klinenberg han publicado el libro Modern Romance, en el que analizan las nuevas relaciones surgidas en la era Tinder. Una de sus principales conclusiones es que el exceso de posibilidades de elección acaba por perjudicar al usuario, que descartará a uno o varios candidatos por motivos que jamás lo harían en la vida real.

En la misma línea se manifiesta el sociólogo Francesc Núñez. Para él, el potencial de elección resulta paralizante y nos impide tomar decisiones firmes.

¿Qué nos perdemos con Tinder?

¿Y la magia? Sí, sí, lo sé. Vivimos en un mundo un poco loco y tenemos cada vez menos tiempo para creer en esas cosas. Parece mejor idea ir sobre seguro, como con los hoteles o los restaurantes. Y obtener una gratificación inmediata. Tinder es la forma perfecta de sacar la máxima productividad del amor. Es racionalizarlo. Pero, ¿queremos que el amor sea racional?

En un lado de la balanza, sabemos lo que hay: las citas Tinder no esconden ya secretos para nadie. En el otro, es un misterio. Puede que esté ese compañero de trabajo al que creemos gustarle, pero que no nos lo acaba de confirmar. O el amigo de una amiga con el que no tenemos nada en común, pero con el que nos encanta discutirlo todo. O ese chico con el que coincidimos a diario en el metro y siempre nos prometemos sacar valor para presentarnos.

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Fuera de Tinder, nada está asegurado. Nadie le da un like a nuestro perfil para que juguemos sobre seguro. Nos arriesgamos a no gustarle nada de nada a la persona en la que nos fijamos. O a tener objetivos completamente diferentes. Ninguna app nos facilitará la papeleta.

Fotos | Pexels, Barn Images, Tinder, Pixabay.

En Trendencias | 27 cosas que te pido al enamorarme de ti

7 novelas para entender otras formas de amar

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Maurice Portadaok

Qué maravilloso amar y sentirse amado, no importa a quién. Y no hablo solo de esas parejas de hombre y mujer en las que uno es, en apariencia, mucho más atractivo que el otro —qué osados nosotros por juzgarlos, aprovecho para comentar—, sino de parejas, por ejemplo, de hombre y hombre o mujer y mujer. Porque cada día, por fortuna, somos más los que nos sentimos felices de que esas personas puedan vivir su amor en libertad y menos los que se sienten contrariados ante tales demostraciones de afecto, he querido traer hoy aquí algunas de esas grandes historias de amor que ha sabido reflejar la literatura.

'El hombre que se enamoró de la luna', de Tom Spanbauer

El Hombre Que Se Enamoro De La Luna

La práctica totalidad de la obra de Spanbauer habla de gays. Él mismo, gay reconocido, sufrió la brutal represión de un padre católico que odiaba que su hijo fuera homosexual, y confiesa que sus libros están llenos de rabia hacia aquella infancia tormentosa. Sin embargo, y aunque El hombre que se enamoró de la luna tiene violencia, y mucha, es también un canto al amor carnal en cualquiera de sus versiones, con una prosa diferente, pero que destila poesía. Un indio que se enamora de un cowboy en el Idaho del siglo XIX: ¿puede haber algo más transgresor que eso?

'Memorias de Adriano', de Marguerite Yourcenar

Memorias De Adriano

El libro más celebrado de la escritora francesa es una larga epístola dirigida a Marco Aurelio, quien años más tarde sería emperador. Estas falsas memorias, mimadas al extremo en cuanto a detalles de la época, carecen, obviamente, del rigor de un libro de historia; sin embargo, asistir a una aproximación de la vida de aquel emperador cultivado y adelantado a su tiempo, que idolatró a su joven amante Antínoo y quedó destrozado por el dolor a la muerte de este, es un placer. Eso sí, un placer de digestión lenta y que paladearán con especial éxtasis aquellos lectores que disfruten del mundo de la Antigua Roma.

'La muerte en Venecia', de Thomas Mann

Muerte En Venecia

Thomas Mann es uno de los grandes escritores del siglo XX, y esta novela una de las más conocidas. La historia de Gustav von Aschenbach —un trasunto en cierto modo del propio autor—, un escritor en su madurez que viaja a Venecia para buscar inspiración y que acaba obsesionado con un bellísimo adolescente, Tadzio, invita a muchas reflexiones, pero me quedo con la imagen decadente de ese escritor extasiado ante la visión de un muchacho que jamás podrá trascender el amor platónico en medio de una Venecia cercada por la enfermedad.

'Extramuros', de Jesús Fernández Santos

Extramuros

Esta novela, que como gran parte de las que reseño aquí fue llevada al cine, fue Premio Nacional de Literatura hace ya casi 40 años. Si en la novela de Spanbauer hablaba de un amor transgresor, el de dos monjas en pleno reinado de Felipe II, que traman un engaño y ven peligrar su unión debido a los acontecimientos que se desencadenan está llevada con una prosa delicada y sutil; todo, en un contexto oscurantista como es el de un convento del siglo XVI. La historia transcurre en una atmósfera opresiva de temor a Dios y no digamos ya al amor entre dos mujeres, algo puramente herético.

'Carol', de Patricia Highsmith

Carol

Puede que a Carol ya le hayas puesto la cara de Cate Blanchett, pero en cualquier caso no deberías perderte la lectura de la que está considerada como una de las grandes obras maestras de la temática lésbica. Publicada en primera instancia con otro título y un seudónimo, Carol cuenta la historia de amor entre una sofisticada y elegante mujer casada y una joven vendedora. Narrada con una prosa que ahorra en florituras, tan propia de la escritora, el final de la novela —no diré cuál es— dio a entender a la sociedad de entonces que el lesbianismo no quedaba condenado en ella, lo que en aquellos años, los cincuenta, era como poco chocante.

'Un lugar para nosotras', de Isabel Miller

Un Lugar Para Nosotras

Otra historia de amor entre dos mujeres y otro ejemplo de la represión sufrida por el colectivo homosexual. La historia de amor entre la pintora Mary Ann Willson y la señorita Brundidge, en el Connecticut de principios del XIX, tuvo que ser autopublicada por su autora a finales de los sesenta, ya que ninguna editorial quería hacerse con sus derechos debido a la temática que exponía. Positiva y vibrante, la novela dejaba de lado, al igual que Carol, ese lado aberrante que solía tener la literatura de temática gay o lésbica y se centraba en cómo dos mujeres encontraban, precisamente, ese lugar para quedarse: una granja que ellas se encargaron de regentar.

'Maurice', de E. M. Foster

Maurice

El autor escribió la apasionante adolescencia y juventud de un londinense de clase acomodada que vive un amor culpable con un compañero de colegio —y las vidas posteriores de ambos— entre 1913 y 1914, pero no fue hasta 1971, a la muerte del autor, que dicha novela vio la luz. Forster nunca se atrevió a llevarla a una editorial debido al puritanismo imperante en aquella época —de hecho, en su manuscrito había anotado: «Publicable, pero ¿merece la pena?», pero ahora le debemos una de las novelas más hechizantes que versa el amor entre dos hombres en una Inglaterra profundamente represiva. Si hubiera que ponerle un pero sería, quizá, la tendencia al cliché, pero hay que leerla pensando en que se escribió valientemente hace ya más de un siglo.

Querido Mr Wondeful: No quiero ser feliz todo el rato

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13221303 10156854637635587 2039126008865523413 O No hay cosa que me ponga más triste que la constante necesidad de aparentar ser feliz. Ya ni siquiera es ser, buscar serlo o estarlo. Necesitamos aparentar estar felices todo el tiempo, sin descanso. Y eso es agotador. La felicidad quizás no es solo no estar triste. Tampoco creo que sea tener todo lo que necesitamos: salud, amor, familia, dinero… La felicidad es estabilidad, no importa con qué o quién hagas los equilibrios. Si no tienes amor pero tampoco lo echas en falta, esa es tu felicidad. Saber que está ahí también es felicidad. Se puede ser feliz sin tener todo el oro del mundo y seguramente haya gente muy fastidiada en los hospitales ahora mismo que se sienta más feliz que tú y que yo.

La felicidad es no echar exageradamente en falta nada.

Hasta aquí todo bien. Cada uno es feliz como quiere, cuando quiere y con quien quiere pero, ¿qué pasa cuándo nos intentan meter por los ojos una felicidad de mentira las 24 horas al día? ¿qué hacemos con la moda de «tu día va ser la hostia sí o sí»? ¿Qué pasa cuando la felicidad está en tus tazas, tus bolis y tu pijama, pero tú solo tienes ganas de llorar? ¿Y con las frasecillas que hacen la misma gracia a una niña de 9 años que a una señora de 57?

Tienes derecho a tener una vida de mierda. En serio, lo tienes. Lucha por ello. O al menos, a tener días malos. Tienes derecho a apagar el despertador estampándolo contra la pared, a levantarte maldiciendo, a no saludar a tus vecinos si no te apetece. Tienes derecho a quejarte fuerte si no te toca la lotería de Navidad, a insultar al del coche de enfrente, a aporrear el techo con la escoba si tus vecinos lo hacen en estéreo. Estás en todo tu derecho a llorar sin sentirte una desgraciada infeliz.

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La vida puede ser maravillosa, pero déjame un poquito en paz.

Los colores pastel empachan y la vida está llena de tachones. Podemos vivir llenándolo todo de algodones rebozados en purpurina pero ya sabéis qué pasa cuando echas ambientador en el baño justo después del acontecimiento. Pues eso. Todo huele raro y la sensación ambiental resulta algo incómoda. Aceptemos la realidad tal y como es: el amor a veces huele a pies, el chocolate no suele ser curativo, las fresas no siempre son bonitas y quizás vivimos engañados porque los unicornios podrían ser caballos malformados con un pene en la frente.

No quiero preservativos ilustrados con estrellas de mar sonrientes que dicen “abrázame flojito” ni tazas que me digan que soy la mejor cuñada del medio oeste. No quiero agendas que me recuerden que hoy tengo que abrazar a todos los gatitos que me encuentre por la calle. No quiero una vela en mi casa que diga "hoy huele a viernes". Porque no, los viernes no huelen. Como mucho saben. A vino con croquetas, pero ese es otro tema. No quiero. No quiero tonterías en mi café de los lunes. No quiero despertarme con una sonrisa sin antes lavarme los dientes. No quiero que me digas “tienes perejil entre los dientes, pero eres una tía genial”. No quiero. Me niego.

Que una taza serigrafiada no te quite las ganas de ser feliz.

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«Tranquilízate» y otras sencillas frases con las que convertir una discusión en la Tercera Guerra Mundial

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Ay, las discusiones de pareja, qué mundo tan complejo. Tan complejo y tan estandarizado, al parecer. Hoy se me ha ocurrido un experimento sencillo: preguntar a mis amigos (chicos y chicas) qué frases los ponen enfermos en una discusión. Y todos, sin excepción, me han dicho las mismas. Así que es el momento de elaborar un ránking definitivo de frases que pueden hacer que una discusión sencilla derive en el caos.

Peores Frases Discusiones Pareja

«Tranquilízate»

La ganadora absoluta. Top one. Cuando alguien está nervioso, un «tranquilízate» no lo va a calmar. El mundo sería sencillísimo si las cosas funcionaran así. De hecho, funcionan exactamente al revés. Pedir calma en una discusión es sinónimo de desatar la furia. La respuesta también está muy estandarizada: un «¡¡estoy perfectamente tranquilo/a!!» a voz en grito que, por supuesto, no va a solucionar nada.

Tranquilizate

«Te lo dije»

Oh, Dios. Claro. Cuando metemos la pata hasta la ingle, pocas cosas nos pueden reconfortar más que saber que nuestra pareja lo veía venir. Un «te lo dije» a tiempo puede convertir un pequeño desencuentro marital en una bronca en condiciones.

«No es para tanto»

Es una variante del «tranquilízate» en la cual, al hecho de recordarnos que estamos bordeando la histeria, le añadimos el agravante de que no hay motivo aparente para ello. La respuesta la conocemos: «No es para tanto... ¡para ti!». Ese para ti debe ser pronunciado con inquina y, a poder ser, con dedo índice señalando el pecho.

No Es Para Tanto

«Ya hablaremos en otro momento»

No, no, no. No me puedes hacer esto. Quiero discutir aquí y ahora. Darnos espacio para calmarnos (véase sección «Tranquilízate») no me va ayudar en absoluto. Esta frase suele terminar con el miembro de la pareja que la pronuncia huyendo a los cuarteles de invierno y el otro persiguiéndolo en plan psicótico, al grito de «¡pues yo lo quiero hablar ahora!».

«Es que no me escuchas»

¡Pues claro que no! Estoy demasiado ocupado/a chillando, no me da la vida para más. En muchas discusiones de pareja, no buscamos argumentos y nos perdemos en el follón, así que escuchar está muy sobrevalorado.

No Me Estas Escuchando

«No quería decir eso»

Sí, sí. Claro que querías decirlo. Bueno, puede que no quisieras... pero lo piensas. Vaya si lo piensas. El mal ya está hecho. No reculemos, huida hacia adelante. Pasemos a la siguiente.

«Si me quisieras de verdad...»

Oh, ese momento de toda discusión de pareja en que nos dejamos invadir por el drama y achacamos cualquier cosa a la falta de amor. Si me quisieras, habrías guardado la lechuga en el frigorífico. Si me quisieras, habrías llevado el coche a la ITV. Si me quisieras, no tendríamos que ir los domingos a casa de tu madre (vale, esta última puede que sea verídica).

No Me Quieres

«Haz lo que te dé la gana»

Psicología inversa al poder. «Haz lo que te dé la gana» es un «como lo hagas, va a arder Troya» de manual. La respuesta casi obligada es un «pues por supuesto que lo haré», aunque, por suerte o por desgracia, solemos acabar reculando.

El silencio

La peor frase de todas es la no pronunciada. Cuando estamos vomitando reproches y el único feedback que encontramos es el silencio sepulcral. Por favor, venzamos la tentación de zarandear al amado oponente para obligarle a ponerse a nuestro nivel.

Silencio

«¿Tú te acuerdas de por qué empezamos a discutir?»

Mi favorita. Decidme que no me pasa solo a mí. Lo de encadenar reproches y frases hirientes hasta llegar a un punto en que ninguno de los dos sabemos cuál fue el origen del conflicto. Esto, en las películas, se soluciona con una risilla nerviosa, un abrazo y un poco de sexo de reconciliación. En la vida real, no se soluciona. Deriva en un «¡pues claro que no, pero ahora estamos discutiendo sobre la propia discusión!». Y así. En bucle.

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Si hay algo peor que entrar a las redes sociales borracho, es hacerlo enamorado

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Las dos menos cuarto de la tarde de un sábado típico de resurrección. La boca seca, los ojos “panda”, una pegatina en el pelo de una conocida marca de chupitos mortales, el pijama del revés, un extraño sello en la muñeca y tú con la sensación de estar siendo trasladado de urgencia en un helicóptero cedido por Julio Iglesias. Todo mal hasta que giras la cara con ascopena y ves al otro lado de la cama (y demasiado cerca) lo último que quisieras ver, el gran drama, el error de la noche… el teléfono móvil sobre la almohada.

¿A quién no le ha subido el calentón en mitad de la noche y ha llamado a alguien con toda su buena intención a las tres y media de la mañana? ¿Quién no ha saltado de la cama al comprobar que anoche se le fue el whatsapp de las manos? ¿Por qué nos gusta tanto taladrar al prójimo cuando salimos por ahí? ¿Por qué el amor se hace más fuerte e intenso cuanto mayor es el número de cañas?

Original

«Aquí, de cenita romántica con mi churri»

Sin embargo, mientras te acaricias como un gatete susurrándote «tranquila, ya pasó» y tu vergüenza propia se empieza a difuminar… empieza a despegar la vergüenza ajena. Los enamorados sociales. Lo pringan todo con fotos dándose besos y enseñándonos innecesariamente la lengua. Abrazados por detrás o por delante, no importa. Todo el material publicado lleva filtros, pegatinas, purpurina y extra de azúcar glass. Sus estados solo son de felicidad plena y absoluta, no hay espacio para el desasosiego social o la inestabilidad vital. Los de Mr.Wonderful a su lado son unos pandilleros de Vallecas. Salen a cenar (románticamente, si no no cuenta) los viernes y de excursión los domingos por la mañana. Se comentan el uno al otro las fotos sentados cada uno en una esquina del sofá. Gritan ¡mirad qué felices somos! sin abrir el pico.

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Normalmente las publicaciones de los descarrilados solteros se entrelazan con las cursiladas de los emparejados. Y amigos, aquí no hay mejor ni peor. Los pasillos llenos de rosas y velas el día de San Valentín dan el mismo reparo desde fuera que un botellón el día de San Patricio. No hay ganadores ni perdedores. Viva el vino ilimitado y viva el amor infinito, por supuesto. Pero lejos de las redes sociales, por favor. Que entre las babas de unos y los vómitos de otros (y viceversa) no podemos avanzar como sociedad.

En las redes sociales, al contrario que en el amor, todo permanece.

Vendemos sin querer al resto nuestra relación e inevitablemente pedimos que la valoren de 1 a 10 corazones (1 es “uy no, algo falla” y 10 “que asco dan, son la pareja perfecta”). De repente y casi sin darnos cuenta, “lo nuestro” pasa de ser de dos personas a ser de 395 contactos. Pero, ¿y cuándo se acaba el amor? ¿Se dice? ¿Se cuenta? ¿Se emite un comunicado?

El fuego se apagó pero las cenizas siguen en Facebook. Los collages, la plaga de corazones, los besos apasionados y sin censura, los comentarios de tu suegra y sus primos, el álbum de las vacaciones pasadas... Por no hablar de los recuerdos tan amables que ofrece ahora Facebook. Hace dos años estabas enamorada de un gilipollas y tú sin saberlo, ¡compártelo!

Si hay algo más peligroso que entrar a las redes sociales borracho, es hacerlo enamorado.

En Trendencias | Ghosting: Hago ¡chas! y desaparezco de tu lado

La nueva generosidad o cómo hacer regalos cuando lo tenemos todo

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Las lectoras fieles de Trendencias probablemente ya saben quién es Marie Kondo. Hemos escrito sobre ella y su libro “La magia del orden” en varias ocasiones. Para las que no lo saben todavía, se trata de una experta en organización del hogar. Sí, eso existe, en países donde el tiempo es mucho más escaso que el dinero, como Estados Unidos o Japón, el país de origen de Kondo.

El principio básico de su método y el que lo diferencia de otras escuelas de organización del hogar no es tirar las cosas que no usas, sino seleccionar y guardar únicamente las que te dan alegría. Una vez que en tu casa sólo quedan cosas así, les puedes buscar un sitio apropiado. Teniendo en cuenta nuestros hábitos de compra, si lo aplicamos fielmente, es muy probable que nuestro piso de 70m2 resulte incluso espacioso. orden

Uno de los aspectos más difíciles a la hora de aplicar este método es la eterna duda: ¿qué hacer con los regalos? El cuadro en tonos rosa regalado por tu hermana con las mejores intenciones, las figuras de porcelana de Lladró de tu tía abuela, y sí, los ejercicios de joyería de tu mejor amiga. Sabéis de lo que hablo, ¿verdad? Es siempre difícil deshacerte de algo regalado por una persona querida, por respeto y por miedo a herir sus sentimientos.

La parte del libro de Marie Kondo que trata justamente este tema es quizás también la más liberadora. Según ella, “El verdadero propósito de un regalo es ser recibido. Los presentes no son “cosas” sino medios para transmitir los sentimientos de alguien. Cuando se les considera desde esta perspectiva, no debes sentirte culpable de tirar un regalo. Sólo agradécele la alegría que te dio cuando lo recibiste. Claro que sería ideal usarlo con alegría. Pero, seguramente, la persona que te lo dio no quiere que te sientas obligado a usarlo, ni a tenerlo guardado sin usarlo sólo para sentirte culpable cada vez que lo veas. Cuando lo desechas, también lo haces por cariño a quien te lo dio.”

Sinceramente, dudo que mi tía abuela lo vea así. Sin embargo, este párrafo me hizo replantearme mi propia manera de hacer regalos y he hecho todo una lista con los errores que hacemos a la hora de regalar:

  • No nos fijamos en los gustos y los intereses de la persona para la que compramos el regalo. (Para el cumpleaños de una niña que mandó una invitación con la imagen de Sirenita yo compré un regalo de Frozen. Era lo que más había en la tienda. Todavía me muero de vergüenza. Y eso que Sirenita me gusta mucho más.)
  • No dedicamos tiempo a pensar en un regalo y compramos cualquier cosa cara o muy cara para compensarlo. (Una vez regalé un piano.)
  • Regalamos algo que nos hace ilusión comprar en lugar de algo que le pueda hacer ilusión a la otra persona. (Dos personas de mi familia tienen pulseras con abalorios coleccionables porque a mi me gustan mucho.)
  • Utilizamos la tradición de regalar para dar salida a lo que hacemos por afición. (Muchas mujeres de mi familia han recibido bufandas y chales de punto como regalo. Desde aquí me gustaría decirles que lo siento y que no volverá a pasar.)
  • Nos tomamos lo que debería ser una muestra de amor y apreciación como una obligación tediosa. (¿Quién piensa en el amor durante un maratón por los centros comerciales un 24 de diciembre?)

He decidido que a partir de ahora intentaré regalar de otra manera. Para empezar, daré siempre por supuesto que la persona que recibirá mi regalo no lo conservará. Por eso intentaré hacer todo lo especial que pueda el acto de regalar: elegiré algo que sea evocador, que cree un estado emocional; cuidaré el embalaje tanto como lo hacen los japoneses, para que desenvolverlo sea todo una experiencia; pensaré en las palabras que diré en el momento de regalar. Quiero que sea un acto de amor y apreciación, no un absurdo juego consumista.

Flores

Me diréis que esto es muy difícil. Lo es. Pero me gustaría contaros la historia del mejor regalo que he recibido en mi vida y veréis que es posible.

Una vez, hace muchos años, me robaron el bolso. Dentro había bastante dinero, pero lo que más me entristeció fue perder una cinta con The Tower of Songs, un álbum homenaje a Leonard Cohen, mi favorito en aquella época. Era antiguo, comprado en el extranjero, imposible de encontrar.

Muchos meses después, en Navidades, uno de los regalos que recibí de mi novio fue un sobre con una nota: “Tu regalo no ha llegado todavía, está en camino. He encontrado tu álbum de Leonard Cohen en una web de artículos descatalogados.”

La cinta nunca llegó. Al final tampoco la tenían en esa web. No guardo la nota. Pero no olvidaré nunca este regalo que ni siquiera he recibido.

Regalo

¿O sí lo he recibido?.. Porque más valioso que la cinta en sí fue saber que una persona prestaba atención cuando yo hablaba de lo que me pasó; que decidió hacer algo al respecto; que estuvo meses revolviendo internet buscando ese álbum.

No se me ocurre mejor muestra de amor y generosidad.

Foto | Unspalsh, Pixabay

En Trendencias | Los 7 libros que necesitas para empezar el 2016 a tope

Ig Tre

Las 23 cosas que jamás pensé que aprendería de mis hijos

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Photo 1434425937023 Dd37d1512d9d Sabías que tener niños te iba a cambiar la vida, pero jamás te imaginabas que podría llegar a cambiar tanto o que serías tú la que terminarías haciéndolo de una forma tan radical y que aprenderías tanto de ellos durante todo ese proceso. Cosas como...

1.- Que los enfados sólo deberían durar unos diez minutos (cinco si hay algo de chocolate o dulces en el proceso de recuperación).

2.- Y un buen amigo vale más que una habitación llena de juguetes (o un armario lleno de ropa, zapatos y bolsos).

3.- Por cierto, cuantas más cosas tengas, más tiempo perderás limpiando.

4.- Sólo deberíamos llevar la ropa que nos haga sentirnos bien. En su caso, la que les permita jugar y ser libres, en el nuestro, la que nos permita ser nosotros mismos. Photo 1464967569081 Adaf461b4ea5

5.- La felicidad está en las cosas pequeñitas.

6.- Y cualquier cosa pequeñita puede ser más grande de lo que imaginamos. P.D.: no te cortes en dar ese abrazo, ese beso o en decir lo primero que se te pase por la cabeza.

7.- En resumen: no te avergüences jamás de tus sentimientos.

8.- Ni de ser como eres. Tú eres tú, las cosas que te gustan y las que no… y eso no te hace ni peor ni mejor que los demás.

9.- O de querer hacer las cosas a tu modo, sin que nadie te presione para que elijas otro camino que no es el tuyo o te hace sentir bien.

10.- Vive el momento como si sólo existiese ese momento.

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11.- No hay normas ni nada escrito sobre lo que es bonito y lo que no, depende de la persona que lo mire.

12.- Pero lo más bonito del mundo de verdad, de verdad es el amor incondicional.

13.- Tener amigos es muy fácil: sólo hay que ser audaz y preguntar. D1524764

14.- Todos tenemos la capacidad de hacer cosas asombrosas (porque hacer ruidos con la boca es algo asombroso de veras).

15.- A veces le damos demasiada importancia a los horarios, a las fiestas, a los eventos, a los cumpleaños, etc. y olvidamos que cualquier momento puede ser El Momento Perfecto.

16.- Pero también olvidamos que todos necesitamos un momento en soledad.

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17.- No le tengas miedo a la tecnología, en todo caso ten curiosidad.

18.- E inténtalo, inténtalo, inténtalo.

20.- Eso sí: el pegamento extra-fuerte es para siempre (no hay vuelta atrás).

21.- Sé rápido en perdonar y nunca olvides que el mañana está libre de errores.

22.- Levántate cada día como si fueras el héroe de tu propia película.

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23.- Y por último, pero no más importante: no olvides nunca que el amor es el idioma que mejor deberías hablar.

Fotos: Unsplash.com

Ig Tre

En Trendencias|Las 55 cosas que me hubiera gustado que me dijera mi madre y que yo le voy a decir a mis hijas

Nos espera el día del Orgullo Gay más emotivo de la historia: todos con #keepkissing

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El amor siempre triunfa. Y después del terrible ataque en Orlando es necesario demostrarlo con más fuerza y pasión que nunca. Por eso se ha puesto en marcha el proyecto #KeepKissing, que invita a todo el mundo a compartir por las redes sociales sus fotos besando a alguien de su mismo sexo. La mejor forma de demostrar que el amor es más fuerte que el odio.

Y que el miedo. No lo olvidemos. Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el colectivo LGTB es el miedo a demostrar en público su afecto y a las reacciones que eso puede desatar. Para luchar contra ese miedo, para normalizar las muestras de afecto entre personas de mismo sexo, se ha puesto en marcha el proyecto #KeepKissing y desde aquí les deseamos mucho éxito y conseguir que el próximo día del Orgullo Gay estemos todos más sensibilizados que nunca.

#keepkissing #FlyYourFreedom

Una foto publicada por Kerry Lindeque-Joshua (@dearmrspanda) el

I'm not afraid to love who I love the most. To all my LGBTQA brothers & sisters, I'm keeping you all in my thoughts & prayers.

Una foto publicada por Michelle Kaewchandee (@m.kaewchandee) el

Besarse, darse la mano, abrazarse... son actos instintivos de amor entre las parejas y nunca deberían despertar miradas confusas o de odio.

Ig Tre

En Trendencias|¿Por qué hay librerías gays cuando se quiere promover la igualdad? Hemos entrado en algunas y te lo contamos

Celebramos el Orgullo Gay con el amor y la felicidad de diez increíbles bodas unisex

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No hay límites para el amor y esta semana, con las fiestas del Orgullo Gay en pleno apogeo, tenemos que celebrarlo más que nunca en todas sus formas. Y aunque todavía hay muchísimos países en los que las parejas del mismo sexo no pueden casarse, cada vez son más los que legislan a favor de que todos tengamos los mismos derechos. Celebrémoslo.

La tolerancia y el respeto a los demás se cuentan como alguno de los valores fundamentales de cualquier sociedad y, afortunadamente, cada vez es más fácil encontrarlos a lo largo y ancho de este mundo. Incluso instituciones más conservadoras como la Iglesia Católica están reconsiderando su postura y hace pocos días el Papa Francisco ha pedido disculpas a la comunidad gay por la forma en la que han sido tratados. Os traemos una selección de imágenes de bodas unisex para celebrar que el amor está en todas partes.

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Cada una de estas bodas tiene algo realmente único y especial. Y sí, va mucho más allá de que los protagonistas sean novia-novia o novio-novio en vez del tándem usual.

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Pero, para contradecirnos, no hay ninguna diferencia entre las bodas hetero y homosexuales. El amor siempre es amor, nos pongamos como nos pongamos y le añadamos las etiquetas que queramos.

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En España ya hace más de diez años que tras una histórica votación en el Congreso el día 21 de abril de 2005, la mayoría de los partidos votó a favor de permitir el matrimonio homosexual. Una norma que ha cambiado la vida de muchos ciudadanos de este país y que invita a la esperanza.

Ig Tre

En Trendencias| Nos espera el día del Orgullo Gay más emotivo de la historia: todos con #keepkissing

Nueve cosas que hemos aprendido de las hermanas Bronte y que una mujer no debe olvidar nunca

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Jane6 Son el epicentro de un montón de posiciones encontradas. Algunos lectores las adoran y otros las desprecian. Este año se celebra el bicentenario del nacimiento de Charlotte y la Brontë Society ha organizado una exposición con parte de sus trabajos y piezas rescatadas organizada por la gran escritora Tracy Chevalier. Pero la Brontëmanía no termina aquí: The Nacional Portrait Gallery en Londres también ha organizado una exposición titulada Celebrating Charlotte Brontë: 1816-1855, en la que mostrarán objetos personales nunca vistos antes como pinturas, cartas, periódicos, etc.

Pero además, hay muchísimas más cosas que podemos hacer para homenajear a estas tres hermanas. Especialmente, hacer un recuento de todo lo que hemos aprendido leyendo las obras maestras que escribieron.

1.- Se puede comprender la intensidad de la naturaleza humana viviendo en un páramo solitario o en un pueblo perdido en el monte.

Las tres, Anne, Charlotte y Emily fueron capaces de derribar las barreras del mundo en el que vivían y escribir historias extraordinarias, comprender una pasión que ellas mismas no habían experimentado y abrirse a un mundo totalmente diferente al suyo. No podemos menospreciar a las personas que llevan vidas mucho más sencillas porque eso no significa que su naturaleza no sea igual de curiosa, inquieta y compleja que la de las personas que tienen por costumbre viajar, relacionarse más, vivir en grandes urbes con acceso a muchos eventos culturales, etc.

2.- Para ser un gran escritor no hay que vivir una vida épica y llena de excéntricas experiencias.

Nada que ver con Ernest Hemingway o Jack London. Las tres hermanas Brontë llevaban una vida de lo más casera, encerradas en una pequeña casa repleta de trastos y en el campo. ¿Y cuál es el secreto para sin abandonar esa casa escribir Cumbres Borrascosas? Ser una gran observadora de la naturaleza humana, ser auténtica y fiel a sí misma.

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3.- Las historias de amor no tienen por qué ser siempre cursis.

Las novelas de las tres hermanas Brontë pueden parecer simples historias de amor, de perderlo, ganarlo o conseguirlo y con un final feliz, casi siempre cerrado con un matrimonio. Pero no nos dejemos engañar. No hay nada de romántico en ellas. Son historias difíciles, subversivas, perturbadoras y truculentas. Cumbres Borrascosas no es exactamente la historia de un amor salvaje y empujado por el deseo, es una historia de locura, de abuso y de una relación enfermiza.

4.- Luchar por ser cómo somos nunca se pasará de moda.

Puede que Cumbres Borrascosas sea una novela extraña y algo violenta, de esas historias que amas u odias pero no puedes permanecer frío cuando las lees, pero no se parece en nada a las historias de las otras dos hermanas. Anna y Charlotte trataron temas totalmente innovadores en su época, especialmente para las mujeres y su necesidad de encontrar su lugar en el mundo, su razón de ser, escapando del destino que asfixiaba a la mayoría de ellas y demostrando que tenían alma, orgullo, inteligencia y voluntad. Un tema que desgraciadamente sigue siendo de actualidad.

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5.- No dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo por ser una mujer.

Ya lo dijo Jane Eyre en 1847: las mujeres sienten igual que los hombres, necesitan ejercitar sus facultades tanto como sus hermanos y sufren tanto como podrían sufrir ellos. Un mensaje revolucionario en su época, pero que sigue teniendo sentido.

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6.- Tú eres quién toma sus propias decisiones.

Un consejo revolucionario si partimos del hecho de que nos lo dan unas señoras del siglo XIX, pero no pueden tener más razón. Si leemos Jane Eyre nos damos cuenta del liberador mensaje que esconde la literatura de las hermanas Brontë, cómo invitan a sus heroínas a luchar por lo que quieren y a no rendirse hasta conseguirlo, incluso con la adversidad de cara y soplando como un frío huracán. En el caso de Jane Eyre, una huérfana con todo el mundo en su contra y a quién todos consideran como un personaje anodino y como ella cree en sí misma, a pesar de no tener ni familia o dinero. No se rinde y consigue el trabajo de sus sueños. Y aún así no se conforma con quedarse en el lugar que la sociedad ha reservado para ella.

7.- Quererte a ti mismo es prioritario.

Ah, y por supuesto respetarte. Es la clave para ser independiente. Heroínas como Jane que deciden huir y no casarse con el hombre al que quieren porque prefieren ser fieles a sus principios y libres, sin nada que reprocharse al día siguiente.

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8.- Eres más fuerte de lo que piensas.

Las heroínas de las hermanas Brontë parecen frágiles, apocadas y tímidas (si no contamos a Catherine, por supuesto), pero esconden una increíble fortaleza en su interior. No importa lo que les pase, ellas siempre encuentran un medio para salir del embrollo en el que se han metido o para escapar. Y su fuerza reside en su gran capacidad de adaptación, son almas elásticas que prefieren adaptarse a las nuevas circunstancias que luchar contra ellas.

9.- La pasión es maravillosa, pero puede hacer daño a la gente que te rodea.

Los dos personajes protagonistas de Cumbres Borrascosas, Cathy y Heathcliff, son almas gemelas, amantes apasionados dedicados el uno al otro desde la infancia, pero el fuego de su pasión también está alimentado con la furia, la venganza y el resentimiento. Dejarte llevar por los sentimientos más apasionados puede hacer mucho daño a la gente que te rodea y te quiere, como pasa en la novela con Edgar, Isabelle, Linton, etc.

Ig Tre

En Trendencias | Nueve heroínas de la literatura imprescindibles (y en qué momento de tu vida te vendrá bien leerlas)

Oído en la oficina: «¿De quién es esta tensión sexual que está encima de la fotocopiadora?»

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Cupido está muy loco y ahora sus flechas con esto de la revolución tecnosexual son como drones repartidores de amor (ahora las modernas y las señoras que salen a andar después de comer y antes de la telenovela lo llaman «ilusión»). Estas flechas autónomas (ay, pobres) voladoras te dejan caer el recado con el paquete (nunca mejor dicho) en cualquier sitio, incluso en la oficina. A veces, con forma de amor verdadero, infinito e indoloro, otras veces como un calentón instantáneo indisoluble en frío, pero sin duda el formato estrella es el de «tensión sexual cansinamente no resuelta».

En Trendencias preferimos no mojarnos para no influir posibles historias work in progress. Pero, sinceramente y con la mano entre el cuello y el pecho: tú verás lo que haces.

Tu oficina se parece más al Grand Prix que a Mad Men.

Enamorarse en la oficina es como si una parte de tu vida estuviese dirigida por un agotado y estreñido Tim Burton. Son días oscuros en los que, sin embargo, todo te parece una locura escalofriantemente cuqui. El hecho de llegar (casi) puntual cada mañana a la oficina y dar los buenos días sin ni siquiera haberte tomado el primer café, ya me parece bastante destacable como para encima añadirle microinfartos y sudoración así tan gratuitamente. Además, no hay suficientes estímulos en el mundo (mundo=internet) como para agregar miraditas e insinuaciones varias (en mi caso, mal hechas).

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Solo recuerdo haber sentido picapica en el corazón (por dios, ¿qué me está pasando? ¿qué invento es este?) en mi primer trabajo. Yo era cajera de un supermercado y él era reponedor. Me ponía tan nerviosa cuando le veía que si él me decía «buenos días» yo le contestaba con un «su cambio, gracias». Una vez me puse tan roja que una señora me dijo «si tienes ganas de hacer pis, yo puedo esperar, no tengo prisa». Me ponía malísima. El reponedor, no la señora del pis. Esa forma de colocar botes, de alinear cartones de leche y de amontonar con cero cariño paquetes de arroz bomba me parecía arte. Un día me invitó a merendar horchata con fartons y aquello para mí ya contó como hacer el amor. Me da igual lo que digáis.

¿Por qué idealizamos tanto los affaires en la oficina?

Hemos visto demasiadas películas y demasiadas fotografías de banco de imágenes en las que una señorita con el pelo recogido, gafas de pasta, camisa blanca, falda de tubo azul marino y labios rojos le pone sobre la mesa a su compañero el tema. El tema tratado en la reunión, se entiende. Aparentemente son las ocho y media de la tarde de un día caluroso de julio. Pero qué sabrán ellos de calor si están con el aire acondicionado a 22 grados. Ninguno suda. Insensibles. Ella le mira fijamente a los ojos manteniendo un dedo sobre el montón de papeles que posiblemente serán hojas en sucio para triturar. Qué más da. Ella se inclina hacia él y le dice que le va a dar lo suyo y lo de su prima. Acto seguido, se saca dos bloques de tickets restaurante, uno para él y otro para su prima, la de administración. Él dice que no sabe cómo darle las gracias pero que se le ha ocurrido una cosa muy guarra. Se levanta de la silla y le pide que le siga. Llegan a la cocina, están solos y él se saca el premio. Ella le mira ardiente de deseo el paquete. Toma, para ti, le dice él. Me muero de hambre, dice ella. Y así es como terminan merendando un paquete de Risketos los muy losers que siguen trabajando por la tarde teniendo jornada intensiva.

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Ahora en serio. Si sientes especial atracción hacia algún compañero o compañera de trabajo, déjate llevar y díselo. Pero díselo con Risketos.

En Trendencias|Cuidado, tu futuro jefe está mirando lo que haces en las redes


Los expertos dicen que consumir demasiado porno destruye la vida en pareja

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Es un hecho que durante la última década las webs de cine X han proliferado exponencialmente. Al día de hoy, los ingresos anuales de esta industria ascienden a los 13.000 millones de dólares anuales, sólo en EEUU. El éxito de los contenidos pornográficos obedece a una demanda cada vez mayor de un público alentado, en muchos casos, por el fácil acceso a este material a través del móvil. Para que te hagas una idea de la magnitud de este consumo, el canal Pornhub demostraba en un estudio de mercado realizado en el 2015 que sus usuarios consumían durante un año alrededor de 87.849 vídeos pornográficos, el equivalente a 4.392 millones de horas de visionado.

Pero ¿qué tiene el porno online que cada vez goza de más adeptos? ¿es el manifiesto de una clara liberación sexual o de carencias en sus usuarios? Y lo más importante, ¿es tan inofensivo como sus seguidores defienden? Pues bien, lo que muchos sospechan es confirmado por los especialistas…

Las dos caras del porno

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Sexólogos y terapeutas aseguran que el cine X puede funcionar como recurso para despertar la libido dormida o como fuente de inspiración para esas parejas que han caído en la monotonía sexual; bajo el precepto, eso sí, de que ambos miembros se sientan cómodos al contemplar contenido sexual explícito.

También, una parte del público asegura buscar en estas películas el efecto sorpresa o, sencillamente, echarse unas risas gracias a esos diálogos (en su mayoría) absurdos y las “grandes dotes” de sus actores.

Sin embargo, los últimos estudios psico-sociológicos sobre el consumo de pornografía afirman que este tipo de material no es tan inocuo como pensamos y que, además de crear adicción en muchos de sus usuarios, también pone en peligro la vida en pareja.

La teoría de los estímulos supernormales

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Hombres superdotados, mujeres de capacidades excepcionales, coitos con tiempos de horneado como los de un cordero asado… En fin, salvo raras excepciones, el material pornográfico nos muestra una versión del sexo que se acerca muy poco a la realidad. Según los expertos, tratar de reproducir estos patrones y convertirlos en un modelo a seguir puede generar frustración, baja autoestima e insatisfacción sexual en ambos miembros de la pareja.

Deirdre Barret, profesora de psicología en Harvard explica por qué los usuarios que idealizan la pornografía sufren un deterioro de sus relaciones sexuales en la vida real. Para ello se basa en la teoría etológica de los “estímulos supernormales”: estímulos, que modificados de manera artificial para que sean más llamativos o impactantes, provocan en el sujeto una respuesta más potente de la que está programado biológicamente.

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Por ejemplo, el etólogo Tinbergen (1907-1988) comprobó que si pintaba huevos azules (más llamativos), las aves experimentales abandonaban sus huevos por los manipulados por él. Este ‘efecto superestimulo’ extrapolado al porno explicaría, según Barret, dos patrones de conducta:

Uno: que los adictos al porno respondan mejor ante una imagen erótica exagerada a través de la pantalla (por muy falsa que sea) que al sexo real y cotidiano en pareja.

Y dos: que a largo plazo esos individuos terminen por dejar de mostrar interés por sus relaciones sexuales y sentimentales.

El consumo continuado genera estrés en el otro

Ana J. Bridges, psicóloga de la Universidad de Arkansas y autora de diversos manuales sobre conducta social y pornografía, afirma que el principal problema del consumo continuado de pornografía sería la adicción que despierta en algunas personas debido a la respuesta de recompensa inmediata que genera tanto a nivel psicológico y neurológico (placer/endorfinas). El film Don Jon (2013), protagonizado por Joseph Gordon-Levitt y Scarlett Johansson, refleja bastante bien el perfil de este tipo de usuario-adicto al porno online.

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Aunque los usuarios como Don Jon pueden mostrar interés por compartir esta afición con sus parejas, la psicóloga Bridges asegura que tarde o temprano suelen consumirlo en momentos de soledad y a escondidas. Y justo es ahí dónde reside el problema: ese secretismo despierta un sentimiento de traición y culpa en ellos mismos y en sus compañeros/as. Estos últimos pueden vivirlo, incluso, como una infidelidad en toda regla. Se sienten menospreciados.

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Bajo este mismo prisma, Nathaniel M. Lambert (psicólogo social de la Universidad de Utah) revelaba en su estudio sobre los efectos de la pornografía que, entre las mujeres encuestadas, aquellas que eran conscientes del consumo de porno de sus maridos accedían a ver dichas películas por un solo motivo: el miedo a perder la estabilidad de su relación. Ni por interés sexual ni como acto de generosidad: por inseguridad.

Sexo, mentiras, cintas de vídeo y… soledad

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Una de las terribles secuelas de la adicción a Internet es el temible aislamiento social. Y con ello la falta de madurez emocional, la escasez de habilidades sociales y del desarrollo personal. El consumo excesivo de porno online, que suele ir muy ligado a esa postración frente a la pantalla de un móvil u ordenador (o así lo constatan Cooper, Griffin-Shelley, Delmonico y Marthy en su guía clínica ‘Sexo e Internet’, 2001 ) también podría ser causa y consecuencia de una vida solitaria.

Por el contrario, el filósofo y escritor Alain de Botton toma una postura intermedia en esta diatriba. El fundador del website ‘Porn as therapy’ considera el porno beneficioso para contrarrestar la soledad, superar miedos y frustraciones; siempre y cuando las tramas se adapten a la realidad y los protagonistas sean mujeres y hombres “más reales”.

En resumen: el cine X puede ser la sal y la pimienta de las relaciones sexuales; pero como casi todo en esta vida, el exceso podría poner en peligro la relación en pareja, especialmente en aquellos con problemas psicológicos o emocionales. Imagínate qué sería de Don Quijote de la Mancha en los tiempos del porno online.

Fotos: pixabay.com

En Trendencias| Hemos probado el porno en 360 grados: Esto es lo que nos ha pasado.

Las edades del amor: ¿qué buscamos en cada momento?

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Photo 1422061289586 1060c743ec13 Amor. Es una sola palabra, pero tiene tantos significados y tan diferentes que podríamos rellenar un diccionario con el resultado. Y eso sólo en el caso de las mujeres, claro. Hemos recurrido a la ciencia y a los últimos estudios para descubrir qué significa la palabra “amor” y que le pedimos según nuestra edad.

A los quince años: no sé lo que quiero, pero lo quiero ya.

Alrededor de los doce años y siete meses es el momento exacto en el que una niña se transforma en una mujer, vamos, cuando tiene el periodo por primera vez (aunque este momento está bastante influenciado por nuestra herencia genética y los factores ambientales y puede variar mucho entre una chica y otra). Y partiendo de ese momento las hormonas de cualquier mujer se despiertan ¡y con ganas de juerga!

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Según la ciencia a los catorce ya están bastante alborotadas, lo que suele conducir a bastantes pataletas con los padres y complicados conflictos con el sexo masculino. Es como subirse a una montaña rusa emocional llamada Double Inferno Loop y bajarse para subirse en la Demon Triple Twist.

No tenemos ni idea de lo que queremos, de tan confusas que podemos llegar a estar.

Según el Dr. Wyndol Furman, profesor de Psicología de la Universidad de Denver y autor del libro “The Development of Romantic Relationships in Adolescence”, entender el amor en la adolescencia requiere de comprender que la adolescente es una caldera emocional en la que el principal combustible -mucho más que los padres, los amigos o los estudios y todas las cosas que le interesan en general- es el sexo opuesto.

Pero también según el doctor Furman los adolescentes carecen de habilidades sociales y no pueden controlar sus emociones, lo que no son buenas noticias a la hora de mantener una relación y puede hacerlas realmente difícil. Entonces ¿por qué las buscamos? Porque son divertidas, nos entretienen, nos hacen compañía y además nos permiten practicar a la hora de manejar nuestras emociones.

El doctor Reed Larson de la Universidad de Illinois también ha estudiado en profundidad el mundo del amor adolescente y una de las primeras cosas que confirman sus estudios es que las adolescentes pueden ser felices o muy infelices, a unos niveles infinitamente superiores a los de los adultos. Especialmente si esa emoción está asociada al amor. Y es que en palabras de este profesional se necesita tiempo para que una chica descubra que una relación es algo más que un loco flechazo o una atracción irresistible, es una entidad en la que las personalidades de dos personas trabajan juntas.

Y mientras tanto... practicamos sexo. Según el estudio Hábitos de vida y salud en los adolescentes, la sexualidad de los jóvenes forma parte de la amistad, un intercam­bio divertido y ocasional entre amigos. Algo que hay que hacer para pasarlo bien, pero que no está libre de la presión de pertenecer a una pandilla, porque es también algo a lo que hay que supeditarse para ser aceptado.

A los veinte años: busco experiencia pero encuentro experimentación.

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Texas, son las chicas que han esperado hasta esta década para buscar pareja y, ojo, perder su virginidad, las que están mejor educadas, tienen mejores trabajos y consiguen al final mejores relaciones. Suena muy conservador, ¿verdad?

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Son las sextimentales.

Gozan de más libertad que nunca, en un mundo plural, cambiante y dominado por la tecnología... y su concepción del amor va en paralelo a todos estos continuos cambios. Prima huir de las complicaciones, el sexo sin compromiso, la fiesta, el no comerse la cabeza, el hacer zapping en las relaciones,...

En el fondo todo forma parte de un proceso de autoconocimiento. Según la psicóloga Jaione García “a esa edad ya se han vivido varias experien­cias sexuales y amorosas que van influyendo y configurando el concepto sobre uno mismo y también la idea de cómo es el mundo de la pareja. En muchos casos, las primeras relaciones dejan un poso de frustración, de inseguridad y de falta de autoestima que se arrastra”.

Pero los veinte no son sólo la etapa de libertad y frenesí que nos imaginamos por esa razón.

Según un estudio también se trata de una década marcada por terribles inseguridades en torno a nuestra autoestima y confianza sexual. Al cumplir los veinticinco pasamos por nuestro momento personal más bajo, con nuestra confianza por los suelos, demasiado obsesionadas por conseguir el cuerpo perfecto o comparándonos con las acrobacias sexuales que pensamos que hacen las demás. Este estudio también hace hincapié en lo muchísimo que nos afecta el estrés a la hora de afrontar una relación sexual, especialmente nuestra preocupación por quedarnos embarazadas por accidente o por pillar una enfermedad por contagio sexual. Si combinamos todos estos “miedos” y los sumamos a la inestabilidad del día a día de cualquier mujer joven llegamos a la conclusión de que prima más la experimentación que la experiencia.

Hasta que llegan los 27. Hasta ese momento y según un estudio realizado por la compañía Opera North nos podemos haber enamorado unas cuatro veces de media. ¡Y no todas de Ryan Gosling! Pero lo que realmente queremos ya es estabilidad, una pareja estable, un hogar y la posibilidad de poder planificar vacaciones juntos.

Ese estudio también llega a la conclusión de que el 33% de las mujeres encuentra su primera relación seria y estable a la edad de veintisiete años.

A los treinta años: quiero disfrutar de mi mejor momento.

Es más: la ciencia ha determinado que a los treinta y cuatro años estarás en tu mejor momento sexual y personal. Los treinta son la década de la realización personal y profesional. También el momento de conocerse a una misma, ser más realista, prestar más atención a las emociones y estar abierta a aprender o a cambiar lo que sea necesario. Y eso también afecta a nuestra forma de ver el amor.

Probablemente en esta década estés ya viviendo con una pareja estable y hayas conseguido llegar hasta dónde querías en tu trabajo. Este también será el momento en el que disfrutarás de un aumento, aunque ya sabes que según las estadísticas de la Unión Europea tu salario seguirá siendo hasta un 20% más bajo que el de los hombres.

Viajarás. Conocerás mundo. Te sentirás bien en tu piel. Photo 1457274612300 Bb5e37ddfe6d

Según el Informe Durex sobre el bienestar sexual en España las mujeres de treinta años se sienten más satisfechas que los hombres (hasta los 25 años los niveles de satisfacción son mayores en ellos, y a partir de los 34, en nosotras), comienza una búsqueda más real de la pareja definitiva. No es que olvidemos el romanticismo o la espontaneidad, pero también valoramos aspectos más prácticos de cara al futuro y a formar una familia. Según la psicóloga y sexóloga Carmen Raya, hay que evitar "la baja autoestima, quedarte enganchada a una relación insana por creer que si no se te pasa el arroz".

También es el momento en el que te empiezas a obsesionar con ser madre, ahora que te sientes segura, tanto emocional como económicamente. Y eso puede ser un huracán que lo ponga todo patas arriba. Incluida esa relación en la que has invertido tanto.

A los cuarenta: tengo ganas de comenzar desde el principio.

Según el Instituto Nacional de Estadística, la edad media en nuestro país para que una mujer decida acabar con su matrimonio es de 42,8 años.

Sí, con los cuarenta llega también las ganas de comenzar de nuevo y darle una nueva oportunidad a nuevas relaciones.

Y, qué curioso, también en esta década es cuando mejor y más seguras nos sentimos ¡¡en bikini!! Y es que la confianza en una misma parece una cosa de la juventud, pero según un estudio realizado en el año 2014, las entrevistadas se sentían mejor y más seguras de ellas mismas ahora que estaban llegando a los cincuenta que cuando tenían veinte años. Y hasta un 36% se sentía más guapa y en forma que nunca. ¡Bravo!

A partir de los cincuenta: nunca es tarde para decir “Sí, quiero”.

Buenas y malas noticias. Las buenas: que a esta edad ya estás segura de lo que realmente quieres hacer con tu vida, te has librado de las deudas y por fin te has despedido de la hipoteca, que te sientes más segura en el trabajo y en tus relaciones. 80124274

¿Las malas? Que con la llegada de la menopausia y los signos evidentes de envejecimiento empiezas a convertirte en La Mujer Invisible.

Pero no es el fin de tu vida amorosa. Para nada. Según un estudio tu vida sexual puede ser más rica e interesante que en años anteriores, en parte debido que ahora tienes más tiempo para relajarte y no hay embarazos inesperados de los que preocuparse. Este mismo estudio llegó a la conclusión de que hasta el 37% de las parejas maduras entrevistadas hacían el amor al menos una vez a la semana y el 16% ¡más!

Y también defenderás a muerte que nunca es tarde para el amor. Un estudio realizado en el Reino Unido descubrió que hasta un 10% de los solteros de más de sesenta y cinco años estaba más que dispuesto a embarcarse en una relación a su edad. Y hasta un 12% confesó que estaba deseando probar cosas nuevas con su pareja de siempre.

Según la Britain´s Office for National Statistics, el matrimonio está más de moda que nunca entre las parejas de edad madura. Y el número de prometidas con más de sesenta y cinco años ha crecido en los últimos tiempos hasta un 21%. La conclusión es que con más de sesenta años seguimos creyendo en el amor y nos sentimos más libres que nunca para rehacer nuestras vidas.

Ig Tre

Fotos | Unsplash.com.

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Una montaña por tu cumpleaños no es para tanto: estos son los 9 regalos de amor más wow de la historia

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Regalos Amor

Hace unos días, saltaba la noticia de que Noruega pretende hacer un regalo bastante especial a Finlandia en el centenario de la nación: nada más y nada menos que una montaña. Así que, si estos son los regalos que se intercambian los países por un simple cumpleaños, nos hemos preguntado cuáles serán los regalos más espectaculares motivados por el más loco de los sentimientos: el amor.

El Taj Mahal

Taj Mahal

Quizá el regalo por amor más conocido de la historia. El emperador mogol Shah Jahan lo construyó, cerca de Agra (India), en honor de su esposa favorita, Mumtaz Mahal, que acababa de fallecer durante el parto de su decimocuarto hijo. El mausoleo blanco es la parte más conocida de un conjunto de edificios que se ha convertido en un enclave mítico por su belleza y por el halo romántico que lo rodea.

Las ciudades de Tánger y Bombay

Tanger

Aunque, cuando hablamos de un pasado remoto, es difícil distinguir entre amor verdadero y obligaciones de estado, el regalo de dos ciudades bien merece encontrarse en esta lista. Cuando se acordó el matrimonio de Carlos II de Inglaterra con la princesa portuguesa Catalina de Braganza, el novio recibió como dote las ciudades de Tánger, puerto estratégico en el estrecho de Gibraltar, y Bombay (actual Mumbai). La historia completa le resta romanticismo al asunto: el rey dedicó más tiempo a sus amantes que a su mujer y llegó a reconocer hasta 14 hijos ilegítimos.

Jardines colgantes de Babilonia

Babilonia

Cuando la reina Amytis de Babilonia comenzó a mostrar una nostalgia preocupante por su hogar, las montañosas tierras de Media, su esposo, el rey Nabucodonosor II, decidió construir los jardines colgantes de Babilonia en medio de su árida y desértica tierra (el actual Irak). El resultado fue considerado una de las Siete Maravillas del mundo antiguo, pese a que hoy en día algunos historiadores ponen en duda que llegaran a existir.

Cleopatra

Cleopatra

Cleopatra fue una figura mítica en su época, no tanto por su belleza –como ha querido vender la historia posterior– como por su inteligencia estratégica. Cuando su trono egipcio estuvo en peligro, se propuso hacerle a Julio César, el emperador romano, un regalo no de amor, aunque sí de seducción: ella misma, envuelta en una alfombra. La historia es algo más compleja, pero para el recuerdo ha quedado el regalo de sí misma.

La perla La Peregrina

Peregrina

Y de Cleopatra pasamos a la mujer que le dio vida en la gran pantalla: Elizabeth Taylor. La historia de algunas joyas es tan fascinante (o más) que la de muchas personas. Si la historia de la perla la Peregrina (que incluye reyes, acusaciones de plagio y hasta una mordedura de caniche) impresiona, unirla a una de las historias de amor más tormentosas de Hollywood, la de Liz Taylor y Richard Burton, es un espectáculo asegurado. En resumen: Burton pagó 37.000 dólares en 1969 por el regalo para Elizabeth, una cantidad verdaderamente desproporcionada en la época.

El trono de Inglaterra

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No es exactamente que Eduardo VIII regalara su trono a su amada, Wallis Simpson, sino más bien todo lo contrario: renunció a él para poder vivir libremente su historia con la norteamericana divorciada que hizo tambalear el trono de Inglaterra durante meses, allá por 1936. Su hermano se convirtió en rey y ellos se dedicaron a vivir una vida de socialité entre las Bahamas, París y los Estados Unidos.

Rosas eternas

Joe Di Maggio

No se puede decir que el matrimonio de la estrella del béisbol Joe DiMaggio y la actriz Marilyn Monroe fuera demasiado exitoso, puesto que se divorciaron a los 9 meses de contraer matrimonio. Pero parece que el amor de él no se extinguió, pues, tras la muerte de ella en 1962 a causa de una sobredosis de barbitúricos, él le envió media docena de rosas rojas a su tumba... todos los días durante décadas.

Una obra sinfónica

Richard Wagner

En la mañana del día de Navidad de 1870, la esposa de Richard Wagner, Cosima, se vio sorprendida por la presencia en las escaleras de su casa de 17 músicos. Tocaron para ella la composición que hoy se conoce como el Idilio de Sigfrido, una pieza compuesta por su marido para ella con ocasión del nacimiento de su hijo. La obra fue inicialmente compuesta para quedar en la intimidad de la pareja, pero las dificultades económicas que atravesó el matrimonio en años posteriores hizo que tuvieran que venderla, lo que provocó un gran disgusto a Cosima.

Una silla a su lado

Mckinley

Ida, la esposa del presidente de los Estados Unidos William McKinley, sufrió durante el mandato de su esposo depresión (a causa de la muerte de sus dos hijas) y ataques epilépticos. Pese a que el protocolo dictaba que ella permaneciera solo en el ámbito privado, el presidente insistió en que siempre se sentara a su lado en las cenas de estado, para ser el quien se encargara de ella en caso de que tuviera un ataque. Incluso en el lecho de muerte de él, tras recibir un disparo en 1901, sus pensamientos fueron para Ida: «Mi mujer... Tened cuidado con cómo se lo decís» fueron sus últimas palabras.

Imágenes | Wikimedia Commons, Pixabay y Gtresonline.

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Ig Tre

Lo que te impide enamorarte no es el muro de tu corazón, es la pereza

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Serie Love Netflix Motivos Para Ver

Hace poco ha caído en mis manos (más bien, ha acabado ante mis ojos) un artículo sobre el miedo a enamorarse. En el artículo su autor nos desvela cuáles son los síntomas de “haber construido un muro alrededor de tu corazón.” Aseguraba, en su escrito, que la razón por la que tú jamás encuentras al Señor Correcto (o a la Señora Correcta) es porque tú lo echas de tu vida incluso antes de que él aparezca en ella.

“Mr. Right” lo llamaba. ¡Señor Correcto! Se ve que no encontramos a la persona adecuada porque nos la tapa el muro construido alrededor de nuestro corazón, porque estamos demasiado heridos por las relaciones anteriores, porque hemos pedido la fe en encontrar nuestra media naranja y porque buscamos a la persona perfecta.

Pasando por alto sus expresiones sacadas del “Diario de Brigete Jones”, tiene algo de razón: somos gilipollas. No lo dice así, “a lo loco”, a no ser que el público norteamericano se escandalice ante tanta grosería (un pequeño inciso sobre la hipocresía en la sociedad. El otro día me había enterado de que quieren sustituir la pistola de los emoticonos del WhatsApp por una de goma. Tiene mucho sentido que los americanos utilicen una pistola de goma en el WhatsApp mientras guarden una de verdad en el cajón de su mesita de noche…)

No sé si el señor autor del artículo tiene una en su casa, pero está claro que quiere llegar a gran parte del público y la única forma de hacerlo es ser ñoño y hablar de los miedos ante algo tan precioso que es el amor. Funciona siempre. Las redes sociales están repletas de “Shares” romantico-deprimentes.

Tengo malas noticias para los que comparten esos artículos en su muro: el miedo a enamorarse no existe. Sí que es cierto que cada día soportamos a menos gente, que nos estamos volviendo muy poco tolerantes y que nos cargamos la cabeza con las cosas que tienen cero importancia. Pero lo que tenemos no es miedo a amar sino pereza a conocer gente. Y aún así os digo que el día que alguien nos entra por el ojo, nos olvidamos hasta de cómo se titula la canción de verano. Porque vamos, yo no conozco a nadie que esté mirando a una persona que le atrae de verdad y ante un “vamos a tomar algo” le responda: “Lo lamento, Jorge, otro día, que hoy tengo miedo a amar.”

Si tienes miedo a enamorarte de Jorge, es porque Jorge “te parece majo” o, que es lo mismo, no te lo llevarías a tu casa.

Love Netflix 2

También es verdad que a veces nos creemos no estar preparados para una relación. Más todavía si acabábamos de salir de otra. No sé, yo, cuando no estoy preparada para conocer a alguien, ni siquiera me fijo en nadie. Pero si me he fijado en Jorge, es porque Jorge tiene algo. Y si yo veo que tiene ese algo es porque me ha llamado la atención. Y si eso ha sucedido, es que no estoy tan mal. Y si, a pesar de no estar tan mal, sigo pensando en que mi relación anterior tiene mucho más peso que Jorge, con todo lo que Jorge me despierta, es que soy gilipollas. Porque si hay algo que tengo claro desde hace tiempo es que consigues olvidar a alguien cuando tú te lo propones. Con lo cual “sigo muy afectada por mi ruptura de hace unos meses","no paro de pensar en mi ex y eso me impide ser feliz (sola o acompañada de Jorge)”, es una bobada que, en el fondo, te va bien.

Estoy escribiendo esto tomándome un Espidifen con una pajita. Ya que su sabor me provoca arcadas, pero tengo un dolor insoportable de cabeza que quiero que se me pase, me imagino que Espidifen es un mojito. Cada uno tiene sus trucos para dejar que algo le moleste. Ya me entiendes (guiño-guiño).

Las parejas de cine que nos hicieron soñar con el amor en mayúsculas

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El Diario De Noa 3

Ir al cine a ver una película romántica significa volverte a enamorar aunque sea solo durante un rato. Por unos minutos, vivimos la bella historia de amor que viven los protagonistas, y en ocasiones, la química entre los protagonistas es tal que la película nos emociona hasta las lágrimas, y nos hace pensar que el amor perfecto existe.

El diario de Noah

Cuando pensamos en una película romántica, ésta es una de las primeras que se nos viene a la cabeza, y no solo porque en ella aparece el guapísimo Ryan Gosling, que también, sino porque nos encanta esta historia de amor entre dos personas que no pueden estar el uno sin el otro, pase lo que pase. La química entre Ryan Gosling y Rachel McAdams es brutal.

Cuando Harry encontró a Sally

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¿Y si enamorarse de tu mejor amigo fuera posible? Si hay un buen rollo increíble entre un hombre y una mujer, y además surge el amor y la pasión, se forma el cocktail perfecto. Felices para siempre, por lo menos así ocurre entre Meg Ryan y Billy Crystal.

Eduardo Manostijeras

Manostijeras

Parecía un amor imposible, pero el estilo gótico de la pareja formada por Johnny Depp en una de sus mejores caracterizaciones y Winona Ryder teñida de rubia nos resulta extremadamente bello. La escena en la que él pica el hielo para que parezca nieve es simplemente preciosa.

Titanic

Im On Top Of The World Titanic

Empiezas a ver la película sabiendo la fatalidad de su destino, pero aún así, se nos sigue encogiendo el corazón cuando el pobre Leonardo Di Caprio cede su sitio a Kate Winslet en la tabla para zambullirse en las heladas aguas del Atlántico. Un amor tan breve e intenso que nos hace soñar con el amor con mayúsculas.

Ghost

Ghost

La pareja formada por Demi Moore y Patrick Swayze vivía una historia de amor en Ghost propia de Cuarto Milenio. El amor es tan poderoso que puede ir más allá de la vida.

Los puentes de Madison

Los Puentes De Madison P1

Nadie nos los hubiera dicho antes de ver la película, pero la química de Meryl Streep y Clint Eastwood viviendo un romance en la madurez traspasa la pantalla y nos hará llorar por las oportunidades perdidas.

Brokeback Mountain

Brokeback Mountain

Es una de las películas más románticas que he visto jamás. No sé qué tendrán los amores imposibles, pero nos encantan vivirlos, al menos en el cine. Heath Ledger y Jake Gyllenhaal nos demuestran en esta película que el amor no entiende de género, edades, o convencionalismos sociales, y que es capaz de derribar todo tipo de barreras.

Leyendas de pasión

Leyendas De Pasion

Seamos sinceras, aquí la historia de amor es la que vivimos nosotras con Brad Pitt, todas nos imaginamos en el papel de Julia Ormond viviendo atrapada entre los tres hermanos cowboys, pero siempre enamorada de Brad y mirándolo con ojos de cordera degollada.

Memorias de Africa

Memorias Africa

Robert Redford y Meryl Streep filman en el incomparable marco de la sabana africana una de las historias de amor más bonitas contadas en la gran pantalla.

Love Story

Love Story

Amor y enfermedad terminal es una combinación perfecta para que salga del cine en lágrimas hasta el que vende palomitas. Ali MacGraw y Ryan O'Neal nos dejaron muchas frases de amor para repetir si encontramos a nuestra media naranja.

Tal como éramos

Tal Como Eramos

Hay veces que quieres a una persona con locura, pero vuestros entornos o vuestras mentalidades, no encajan por lo que sea. Esa disparidad de caracteres la encarnan a la perfección Robert Redford y Barbra Streisand en Tal como éramos.

Orgullo y prejuicio

Orgullo

Esta película resume a la perfección lo de "los que se pelean se quieren". Keyra Knightley y Matthew Macfadyen dan vida a los personajes de la famosa novela de Jane Austen y en cada enfrentamiento entre ellos vemos cómo se van enamorando poco a poco, a pesar del orgullo y de los prejuicios de los dos.

Antes del amanecer

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Conoces a un extraño en un tren ¿podrías enamorarte del él antes del amanecer? Esta película de 1995 tiene unos diálogos geniales y trata sobre ese precioso momento en el que vas descubriendo y conociendo cosas de alguien que te atrae. Lo bueno es que esta película tiene dos secuelas, de 2004 y 2013, en las que Ethan Hawke y Julie Delpy se vuelven a reencontrar en distintos momentos de la vida.

Casablanca

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Y dejamos la gran película Casablanca para el final. A veces se puede decir muchas cosas con una mirada, con un beso, o con una simple frase sin necesidad de decir mucho más. La escena en el aeropuerto de Ingrid Bergman y Humphrey Bogart es uno de los momentos más románticos de la historia del cine. Lo que nos gusta llorar por amor (sobre todo si el sufrimiento lo pasan otros).

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